Perdón por la autocita, pero tengo escrito desde hace tiempo que las encuestas electorales son un mero entretenimiento. Hace años publiqué en prensa un artículo llamado “¿Usted engaña a las encuestas?”, en el que intenté explicar la razón por la que cada vez hay más discrepancia entre las proyecciones demoscópicas y los resultados finales en las urnas. Argumenté entonces que el problema no es la maléfica cocina que se atribuye a las empresas de sondeos, sino una causa original mente más sencilla. Los ciudadanos han aprendido a convivir con todo tipo de encuestas, y juegan a engañarlas. No es que oculten sus preferencias, es que las declaran de manera alevosa, como un modo de despreciar lo que en el fondo es una intromisión en su intimidad. Sirva este prólogo para relativizar (y hasta desdeñar) las sesudas interpretaciones que se están haciendo de denominado “Navarrómetro”, la encuesta que el pasado viernes dio a conocer el Parlamento de Navarra. Un entretenimiento, digo. Aunque un entretenimiento de 30.000 euritos a cargo del contribuyente. Políticos y prensa, encantados.
Aun así, es innegable que el sondeo va a tener consecuencias más allá de las valoraciones que se hagan. No vaya a ser que acierte. Técnicamente es un buen trabajo, con 1.500 entrevistas personales. La muestra está bien ponderada y no hay que dudar de la profesionalidad de la empresa que lo ha realizado, la bilbaína Ikerfel.
Sin desdoro de sus cualidades técnicas, lo primero que resulta llamativo del “Navarrómetro” y lo que cuestiona su capacidad de acierto es que es el único sondeo hecho en España en los últimos dos años que presenta una posible subida del PSOE. Inaudito, e incongruente con la realidad que cualquiera palpa en el ambiente. Los socialistas van a pagar en las próximas elecciones su nefasta política económica, la del récord del paro, y por ello es impensable que puedan ganar posiciones. En el microcosmos navarro tampoco. No consta que estén haciendo nada distinto que seguir los postulados de Zapatero y Blanco, y no hay, que digamos, un liderazgo rutilante en las figuras de Jiménez o Moscoso. La prueba del algodón está ya hecha: el sondeo navarro es tan creíble como queramos creer que los socialistas van a crecer en votos.
Inevitablemente, los partidos imaginamos cómo sería Navarra a partir de datos como los entregados esta semana. Y hay que reconocer que la encuesta pesa, no es inocua aunque se dude de ella. Al contrario, va a ser condicionante de las estrategias y actitudes que veamos a partir de ya mismo. Y la pregunta que hay que hacer es quien sería el verdadero ganador caso de que las urnas refrenden estos datos. En un análisis objetivo y desapasionado, la respuesta es bastante obvia: el PSN. Son los terceros, pero son los únicos que pueden armar dos opciones de gobierno distintas: una con UPN (seguramente, con una fórmula bien distinta a la actual) y otra con NaBai e IU, opción esta que no descartan ni van a descartar a pesar de que la quieran envolver en todo tipo de eufemismos. Es el PSN el que decide quién gobierna y cómo se gobierna. Y, por descontado, qué papel pueden elegir ellos. Dicho en plata, el “Navarrómetro” es la encuesta perfecta para Pepiño, la que él hubiera pintado en el mejor de sus sueños. Nadie lo dude: si los datos del 22 de mayo son estos, el PSN tonteará con NaBai, NaBai aceptará apoyar la investidura de Jiménez, y, en el mejor de los casos, Jiménez dirá a UPN que con ese pájaro en mano, lo más que acepta de los regionalistas es que le lleven al mismo salón del trono a cambio de no ser aupado por los nacionalistas vascos. En definitiva, si los pronósticos se hicieran reales, las posibilidades de Barcina de ser presidenta son cero.
Por esto resulta tan patético ver cómo UPN se muestra satisfecho de los resultados que les otorga el sondeo. Se dedican a contar escaños y a constatar que su caída no es tan acusada como otros previeron, pero no quieren ver lo fundamental. Si el próximo Parlamento sale así, y aunque crean los regionalistas que les será posible acceder al gobierno afianzando la fórmula UPSN, lo cierto y verdad es que en ese supuesto estarían condenados a hacer no otra cosa que lo que les dictara el PSN. Como hasta ahora, pero más. Subidas de impuestos, cutre-subvenciones, apoyos clientelares, aumento del paro, déficit y deuda galopante, obras públicas absurdas, leyes del aborto de escala foral, mamoneos varios... Eso es lo que emana del socialismo, y lo que estaría incondicionalmente dispuesto a asumir UPN con tal de mantener algunos sillones. Me hace verdadera gracia comprobar estos días como incluso personas del ala más mojigata y conservadora de ese partido están encantados con el “Navarrómetro”, cuando lo que se les vendría encima, en el mejor de los supuestos, es que se vieran obligados a mantener genuflexión permanente ante los de Jiménez. Triste destino para un partido que años atrás tenía un carácter propio, y representaba actitudes más solventes que la del mero mantenimiento de las poltronas.
La estimación que ofrece el Navarrómetro es el fruto de la teoría del quesito, la que esbozó el estratega Sanz en una conferencia cuyo sucinto vídeo es la explicación de toda la historia política reciente de nuestra comunidad. Ya dije que lo del quesito (asco me da hasta escribir la palabra) “es la mayor declaración de impotencia política que he escuchado nunca, más sabiendo que está rotundamente desmentida por los hechos. (...) Pero además de su herejía empírica, la “teoría del quesito” supone la rendición electoral ante el socialismo y el nacionalismo, al asumir vicariamente que es imposible superarlos en sufragios. Esa teoría fue la excusa de quien había fracasado electoralmente, y construyó el molde doctrinal a medida de su incompetencia. Ese quesito tiene el sabor de la resignación y la deserción”.
Al final, para estratega de verdad, Pepiño. Es quien ha conseguido que la única cosa a la que pueda aspirar UPN es a mendigar compasión al PSN, tercer partido de Navarra. Sé que nunca Barcina será presidenta con los votos de Jiménez. Como mal menor para UPSN, Jiménez lo podrá ser con los votos de Barcina, un minuto antes de que ésta tenga que presentar su dimisión. Y si no, gobierno social - nacionalista como se ha visto en Cataluña, Aragón, Galicia o Baleares. Apunto algo más, y algo muy serio. En el escenario de una posible negociación de Zapatero con ETA, a pocos meses de unas elecciones generales en las que necesita esa baza electoral, la posibilidad de un gobierno de este tipo en la Comunidad foral resulta crucial. Y hasta ahí puedo leer, de momento.
Un comentario final. Se ha destacado que el 68% de los navarros reclaman un cambio político. Pero, al mismo tiempo, la foto que se ofrece es la misma que en la anterior encuesta, y muy parecida a lo que depararon las urnas hace tres años y medio. Yo también quiero un cambio, y es seguro que lo voy a intentar propiciar. Ese cambio consiste en que no gobiernen ni los nacionalistas ni los socialistas. Así lo decimos, cosa que otros no pueden. Hablaremos de ello, y espero que el hecho de que vayamos a tener una posición relevante en el futuro de Navarra sirva para que algunos dejen de ningunearnos y censurarnos. Queda mucho partido por delante.
Aun así, es innegable que el sondeo va a tener consecuencias más allá de las valoraciones que se hagan. No vaya a ser que acierte. Técnicamente es un buen trabajo, con 1.500 entrevistas personales. La muestra está bien ponderada y no hay que dudar de la profesionalidad de la empresa que lo ha realizado, la bilbaína Ikerfel.
Sin desdoro de sus cualidades técnicas, lo primero que resulta llamativo del “Navarrómetro” y lo que cuestiona su capacidad de acierto es que es el único sondeo hecho en España en los últimos dos años que presenta una posible subida del PSOE. Inaudito, e incongruente con la realidad que cualquiera palpa en el ambiente. Los socialistas van a pagar en las próximas elecciones su nefasta política económica, la del récord del paro, y por ello es impensable que puedan ganar posiciones. En el microcosmos navarro tampoco. No consta que estén haciendo nada distinto que seguir los postulados de Zapatero y Blanco, y no hay, que digamos, un liderazgo rutilante en las figuras de Jiménez o Moscoso. La prueba del algodón está ya hecha: el sondeo navarro es tan creíble como queramos creer que los socialistas van a crecer en votos.
Inevitablemente, los partidos imaginamos cómo sería Navarra a partir de datos como los entregados esta semana. Y hay que reconocer que la encuesta pesa, no es inocua aunque se dude de ella. Al contrario, va a ser condicionante de las estrategias y actitudes que veamos a partir de ya mismo. Y la pregunta que hay que hacer es quien sería el verdadero ganador caso de que las urnas refrenden estos datos. En un análisis objetivo y desapasionado, la respuesta es bastante obvia: el PSN. Son los terceros, pero son los únicos que pueden armar dos opciones de gobierno distintas: una con UPN (seguramente, con una fórmula bien distinta a la actual) y otra con NaBai e IU, opción esta que no descartan ni van a descartar a pesar de que la quieran envolver en todo tipo de eufemismos. Es el PSN el que decide quién gobierna y cómo se gobierna. Y, por descontado, qué papel pueden elegir ellos. Dicho en plata, el “Navarrómetro” es la encuesta perfecta para Pepiño, la que él hubiera pintado en el mejor de sus sueños. Nadie lo dude: si los datos del 22 de mayo son estos, el PSN tonteará con NaBai, NaBai aceptará apoyar la investidura de Jiménez, y, en el mejor de los casos, Jiménez dirá a UPN que con ese pájaro en mano, lo más que acepta de los regionalistas es que le lleven al mismo salón del trono a cambio de no ser aupado por los nacionalistas vascos. En definitiva, si los pronósticos se hicieran reales, las posibilidades de Barcina de ser presidenta son cero.
Por esto resulta tan patético ver cómo UPN se muestra satisfecho de los resultados que les otorga el sondeo. Se dedican a contar escaños y a constatar que su caída no es tan acusada como otros previeron, pero no quieren ver lo fundamental. Si el próximo Parlamento sale así, y aunque crean los regionalistas que les será posible acceder al gobierno afianzando la fórmula UPSN, lo cierto y verdad es que en ese supuesto estarían condenados a hacer no otra cosa que lo que les dictara el PSN. Como hasta ahora, pero más. Subidas de impuestos, cutre-subvenciones, apoyos clientelares, aumento del paro, déficit y deuda galopante, obras públicas absurdas, leyes del aborto de escala foral, mamoneos varios... Eso es lo que emana del socialismo, y lo que estaría incondicionalmente dispuesto a asumir UPN con tal de mantener algunos sillones. Me hace verdadera gracia comprobar estos días como incluso personas del ala más mojigata y conservadora de ese partido están encantados con el “Navarrómetro”, cuando lo que se les vendría encima, en el mejor de los supuestos, es que se vieran obligados a mantener genuflexión permanente ante los de Jiménez. Triste destino para un partido que años atrás tenía un carácter propio, y representaba actitudes más solventes que la del mero mantenimiento de las poltronas.
La estimación que ofrece el Navarrómetro es el fruto de la teoría del quesito, la que esbozó el estratega Sanz en una conferencia cuyo sucinto vídeo es la explicación de toda la historia política reciente de nuestra comunidad. Ya dije que lo del quesito (asco me da hasta escribir la palabra) “es la mayor declaración de impotencia política que he escuchado nunca, más sabiendo que está rotundamente desmentida por los hechos. (...) Pero además de su herejía empírica, la “teoría del quesito” supone la rendición electoral ante el socialismo y el nacionalismo, al asumir vicariamente que es imposible superarlos en sufragios. Esa teoría fue la excusa de quien había fracasado electoralmente, y construyó el molde doctrinal a medida de su incompetencia. Ese quesito tiene el sabor de la resignación y la deserción”.
Al final, para estratega de verdad, Pepiño. Es quien ha conseguido que la única cosa a la que pueda aspirar UPN es a mendigar compasión al PSN, tercer partido de Navarra. Sé que nunca Barcina será presidenta con los votos de Jiménez. Como mal menor para UPSN, Jiménez lo podrá ser con los votos de Barcina, un minuto antes de que ésta tenga que presentar su dimisión. Y si no, gobierno social - nacionalista como se ha visto en Cataluña, Aragón, Galicia o Baleares. Apunto algo más, y algo muy serio. En el escenario de una posible negociación de Zapatero con ETA, a pocos meses de unas elecciones generales en las que necesita esa baza electoral, la posibilidad de un gobierno de este tipo en la Comunidad foral resulta crucial. Y hasta ahí puedo leer, de momento.
Un comentario final. Se ha destacado que el 68% de los navarros reclaman un cambio político. Pero, al mismo tiempo, la foto que se ofrece es la misma que en la anterior encuesta, y muy parecida a lo que depararon las urnas hace tres años y medio. Yo también quiero un cambio, y es seguro que lo voy a intentar propiciar. Ese cambio consiste en que no gobiernen ni los nacionalistas ni los socialistas. Así lo decimos, cosa que otros no pueden. Hablaremos de ello, y espero que el hecho de que vayamos a tener una posición relevante en el futuro de Navarra sirva para que algunos dejen de ningunearnos y censurarnos. Queda mucho partido por delante.
Lo que está en juego en este tipo de encuestas previas a las elecciones navarras es llegar a ver cómo se va reestructurar el espacio de UPN y PPN, y cómo estos datos previos pueden fomentar o no un mayor apoyo al PPN de votantes indecisos entre ambas formaciones. Supongo que una encuesta favorable al PPN, animaría a muchos votantes que dudan a la hora de cambiar su voto, ya que votar a un partido ganador o gran proyección resulta siempre más ilusionante y atractivo. Entiendo que una previsión de 17 parlamentarios tranquiliza a UPN, mientras que un resultado más favorable a vuestro partido crearía desconcierto entre sus filas. Como dices en la entrada "hay que reconocer que la encuesta pesa, no es inocua aunque se dude de ella. Al contrario, va a ser condicionante de las estrategias y actitudes que veamos a partir de ya mismo". Desde fuera, sigo la evolución de UPN y PPN, con gran expectación. En mi opinión, la ruptura se ha producido en un mal momento para UPN y en un buen momento para el PPN. Los votantes decidirán.
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