En la web del “Center for American Progress” se puede encontrar el vídeo del simposio en el que acaban de participar los representantes navarros (Sanz, Morrás y Armendáriz) contando lo maravilloso que es el mundo de las energías renovables desde que ellos se ocupan del asunto. No recomiendo a nadie que pierda el tiempo en ver ese vídeo, pero no está de más indicar la fuente directa de la que se pueden extraer algunos comentarios.
El primero es sobre el mismo sitio en el que se produjeron las disertaciones, el “Center for American Progress” (CAP), un think tank que tiene como lema “Progressive ideas for a strong, just, and free America”. Este tipo de organizaciones, en general, son interesantes. Permiten generar conocimiento que acabe aplicándose a la política, y abren el campo de visión algo más allá de lo habitual. De manera que acceder a contar lo de la energía eólica a esa audiencia es, en principio, meritorio. Pero sólo en principio. En este caso es más bien un hecho casi tan trivial y oneroso como la foto esa en la verja de la Casa Blanca, que está generando tanto comentario jocoso como indignado.
Porque el CAP es el think tank progre de norteamérica, fundado en 2003 con el afán de competir ideológicamente con la respetada “Heritage Foundation” o el “American Enterprise Institute”, fundamentales en el desarrollo de las políticas republicanas. Y como efecto de ello, el CAP es el socio norteamericano de la fundación Ideas, que es la organización del PSOE dedicada a menesteres parecidos. En los últimos años, Ideas ha desarrollado programas conjuntos con el CAP en muy diversas materias. Caldera, De la Vega o Blanco conocen bien al CAP, porque han sido anfitriones habituales y huéspedes ocasionales de ellos. Podríamos decir, sin ambages, que el CAP y la fundación Ideas comparten mucho más que un espacio político. Mantienen una relación habitual, y seguro que coordinan no pocas acciones. Desde luego, tienen interés común en el asunto de las renovables, pero no sólo en eso. El CAP ha emitido recientemente varios documentos que intentan que se considere la financiación del aborto en los planes de reforma sanitaria de Obama. Dios los cría y ellos se juntan.
Es decir, que como no podía ser de otra manera, el presidente de Navarra ha ido a explicar lo de las renovables al sitio que los socialistas hubieran elegido para ello. Sería muy interesante conocer las gestiones previas que lo hicieron posible. El nuevo mérito que Sanz se adjudica ante sus compadres ahí queda: del ronzal hay que ir hasta a Washington.
Pero hay un elemento más. El simposio está patrocinado por el Gobierno de Navarra, tal como advierte el embajador Dezcallar al inicio de su presentación y como se advierte en el panel del lateral del escenario. En términos más explícitos: el simposio se hizo porque el dinero de los contribuyentes navarros lo contrató. Un artículo en la prensa navarra, tal vez benevolente, indica que hubo unos cincuenta asistentes. Vamos mejorando, porque el año pasado en Harvard fueron sólo treinta para escuchar la misma conferencia de Sanz. Sería interesante saber cuánto ha costado la gala de este año, y cómo se ha realizado la contratación y el pago a los organizadores y participantes en tan apasionante programa.
Las disertaciones merecen también algunos comentarios. Dezcallar, el embajador español, es presentado como el antiguo jefe de los espías, director que fue del CNI. Éste, cuando introduce la película de las renovables cita a tres empresas españolas (Acciona, Iberdrola y Gamesa) a pesar de que hay otras cuantas más que hubieran merecido superior apoyo por el grado de desarrollo tecnológico que exhiben, aunque no sean las favoritas de Zapatero o Sanz. Pero lo más llamativo de lo que se dijo vuelve a ser lo que contó este último. Es pavoroso que se pinte la película de las renovables de esa manera ante un foro compuesto por ciudadanos norteamericanos. Intentar dar lecciones y hablar de la Arcadia eólica navarra con tan poco rigor conceptual genera sonrojo ajeno. La historieta manida que aquí escuchamos no vale para aplicársela a gente que sabe fundar sus criterios en algo mas que la propaganda que les cuente un político. Sólo hay que referirse a un dato. En ningún momento dice Sanz que el desarrollo de las renovables se basa en las tarifas intervenidas con las que se sitúan en el mercado eléctrico los kilovatios verdes. En ningún momento dice que a los consumidores españoles se nos endosa obligatoriamente el coste artificial de esa electricidad, que es el principal incentivo a la instalación de los molinillos. Y la pregunta surge aquí. O Sanz ignora lo fundamental sobre el desarrollo de las renovables en España, o simplemente ha ido a engañar a esa pobre gente que se tuvo que tragar el simposio quien sabe por qué razón.
El primero es sobre el mismo sitio en el que se produjeron las disertaciones, el “Center for American Progress” (CAP), un think tank que tiene como lema “Progressive ideas for a strong, just, and free America”. Este tipo de organizaciones, en general, son interesantes. Permiten generar conocimiento que acabe aplicándose a la política, y abren el campo de visión algo más allá de lo habitual. De manera que acceder a contar lo de la energía eólica a esa audiencia es, en principio, meritorio. Pero sólo en principio. En este caso es más bien un hecho casi tan trivial y oneroso como la foto esa en la verja de la Casa Blanca, que está generando tanto comentario jocoso como indignado.
Porque el CAP es el think tank progre de norteamérica, fundado en 2003 con el afán de competir ideológicamente con la respetada “Heritage Foundation” o el “American Enterprise Institute”, fundamentales en el desarrollo de las políticas republicanas. Y como efecto de ello, el CAP es el socio norteamericano de la fundación Ideas, que es la organización del PSOE dedicada a menesteres parecidos. En los últimos años, Ideas ha desarrollado programas conjuntos con el CAP en muy diversas materias. Caldera, De la Vega o Blanco conocen bien al CAP, porque han sido anfitriones habituales y huéspedes ocasionales de ellos. Podríamos decir, sin ambages, que el CAP y la fundación Ideas comparten mucho más que un espacio político. Mantienen una relación habitual, y seguro que coordinan no pocas acciones. Desde luego, tienen interés común en el asunto de las renovables, pero no sólo en eso. El CAP ha emitido recientemente varios documentos que intentan que se considere la financiación del aborto en los planes de reforma sanitaria de Obama. Dios los cría y ellos se juntan.
Es decir, que como no podía ser de otra manera, el presidente de Navarra ha ido a explicar lo de las renovables al sitio que los socialistas hubieran elegido para ello. Sería muy interesante conocer las gestiones previas que lo hicieron posible. El nuevo mérito que Sanz se adjudica ante sus compadres ahí queda: del ronzal hay que ir hasta a Washington.
Pero hay un elemento más. El simposio está patrocinado por el Gobierno de Navarra, tal como advierte el embajador Dezcallar al inicio de su presentación y como se advierte en el panel del lateral del escenario. En términos más explícitos: el simposio se hizo porque el dinero de los contribuyentes navarros lo contrató. Un artículo en la prensa navarra, tal vez benevolente, indica que hubo unos cincuenta asistentes. Vamos mejorando, porque el año pasado en Harvard fueron sólo treinta para escuchar la misma conferencia de Sanz. Sería interesante saber cuánto ha costado la gala de este año, y cómo se ha realizado la contratación y el pago a los organizadores y participantes en tan apasionante programa.
Las disertaciones merecen también algunos comentarios. Dezcallar, el embajador español, es presentado como el antiguo jefe de los espías, director que fue del CNI. Éste, cuando introduce la película de las renovables cita a tres empresas españolas (Acciona, Iberdrola y Gamesa) a pesar de que hay otras cuantas más que hubieran merecido superior apoyo por el grado de desarrollo tecnológico que exhiben, aunque no sean las favoritas de Zapatero o Sanz. Pero lo más llamativo de lo que se dijo vuelve a ser lo que contó este último. Es pavoroso que se pinte la película de las renovables de esa manera ante un foro compuesto por ciudadanos norteamericanos. Intentar dar lecciones y hablar de la Arcadia eólica navarra con tan poco rigor conceptual genera sonrojo ajeno. La historieta manida que aquí escuchamos no vale para aplicársela a gente que sabe fundar sus criterios en algo mas que la propaganda que les cuente un político. Sólo hay que referirse a un dato. En ningún momento dice Sanz que el desarrollo de las renovables se basa en las tarifas intervenidas con las que se sitúan en el mercado eléctrico los kilovatios verdes. En ningún momento dice que a los consumidores españoles se nos endosa obligatoriamente el coste artificial de esa electricidad, que es el principal incentivo a la instalación de los molinillos. Y la pregunta surge aquí. O Sanz ignora lo fundamental sobre el desarrollo de las renovables en España, o simplemente ha ido a engañar a esa pobre gente que se tuvo que tragar el simposio quien sabe por qué razón.
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