En vísperas de la firma del Convenio sobre el AVE, recordemos lo que ocurría hace un año por estas fechas. Entonces lo que se firmaba era un protocolo. Es decir, un mero documento de intenciones. Y se hacía intentando ganar tiempo, ese tiempo “inminente” que se decía faltaba para concretar el asunto. Ya ha pasado un año desde aquel protocolo, desde aquel abrazo, desde aquella frase campanuda de “José Blanco es un hombre de palabra”, dicha por el presidente de Navarra.
Y, en efecto, un año después se concretan algo más las cosas, lo cual es siempre positivo. Aunque en este caso, lo que más se concreta es precisamente el esfuerzo que Navarra va a tener que hacer para conseguir la tan ansiada vía de tren. El primero, el de asumir la financiación del tramo principal, en unos momentos en los que no nos sobra el dinero. El segundo, permitir al Estado que vaya asumiendo el coste en cómodos plazos. Y lo tercero, toda una rebaja de primavera: el aceptar que los contribuyentes navarros corran con los gastos de los intereses de tan ingente proyecto. Lo ocurrido en un año ha sido, para que nos aclaremos, que las urgencias políticas por firmar el convenio han encarecido lo que nos va a costar a los aquí presentes.
Pero al menos ya tenemos convenio. Y Navarra cumplirá con su parte. La incógnita principal es si lo hará ese denominado “hombre de palabra”, el titular del Ministerio de Fomento. Porque nuestro cacho de vía no servirá para nada si no conecta en Castejón con la que tiene que construir Pepe Blanco desde Zaragoza. Y ahí sí que aparecen serias dudas, porque el presupuesto del Estado está a cero. Se me ocurre que podríamos pedirle a Fomento que ambos tramos se hagan con el espíritu retador de las pugnas de los aizcolaris. El último que termine su parte paga la apuesta. Es seguro que si esta cláusula estuviera en el papel que se va a firmar, el tema nos saldría completamente gratis a los navarros.
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