Durante el pasado Debate Sobre el Estado de la Nación, UPN presentó dos propuestas de resolución. Una de ellas pedía el acuerdo entre los dos grandes partidos para articular medidas anticrisis –“consejos vendo y para mi no quiero”- y una segunda requería que el Gobierno de España realizara las gestiones necesarias para que la sede de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) estuviera situada en Navarra. El PSOE apoyó las dos, y UPN apoyó todas las que el PSOE quiso, fundamentalmente las que de manera vergonzante loaban la política económica más desastrosa de nuestra historia, la del gobierno de Zapatero y Blanco. Además, el voto de UPN fue el que impidió, por ejemplo, que se obligara a Zapatero a mandar una ley audiovisual al Congreso, para evitar el mangoneo que se traía regulando a golpe de decreto–ley el sector. Como dicen en UPN, “votamos todo lo que beneficia a Navarra, sin importar su origen”. Lo cierto es que la vocación de palanganeros parlamentarios de los socialistas podrá adornarse como se quiera, pero los hechos y las proporciones son incontestables.
Mandé una pregunta por escrito al Gobierno para saber qué hacía en relación con ese supuesto compromiso, sobre todo después de conocerr que la apuesta española había sido la de optar a la dirección del organismo (a favor del ingeniero guipuzcoano Juan Ormazábal, anterior director del CENER). Pues bien, aunque ocurra una vez de cada mil, en ocasiones el Gobierno responde reconociendo la verdad. Este ha sido el caso en el que se me han reconocido por escrito dos cosas. Una, que efectivamente la alternativa tenía que ser optar a la sede o a la dirección, y España se centró en esto segundo. Y dos, que eso ya era conocido por el Gobierno el día que campanudos firmaban la propuesta de resolución de UPN durante el debate. Es decir, que mientras públicamente se hablaba de la sede del IRENA en Navarra, en secreto se optaba por promocionar al director, por las razones que el PSOE sabrá.
Conviene recordar ahora que tras la aprobación de esa resolución, tanto la presidente de UPN Yolanda Barcina como el consejero Roig me criticaron duramente cuando denuncié que aquel planteamiento era una tomadura de pelo. Textualmente, en un teletipo del 29 de mayo, Barcina afirmaba que “una de las propuestas presentadas por los regionalistas es la que hace referencia a que la nueva Agencia Internacional de Energías Renovables se ubique en la Comunidad foral, iniciativa que no fue apoyada por los 'populares'”, algo "sorprendente" para Barcina, porque "si hay alguna comunidad que se lo merece es Navarra que es líder en energías renovables y su prestigio está reconocido a nivel internacional". No obstante, destacó que el PSOE sí que apoyó la iniciativa, por lo que mostró su deseo de que esta decisión "no tenga cara y cruz", y que los socialistas "nos apoyen a nosotros y cumplan" en esta materia.
Pues ya se ha visto cómo lo hacen. Hoy se demuestra, mediante una respuesta del propio Gobierno, que efectivamente aquello era un nuevo timo, con el agravante añadido de que era una situación perfectamente conocida por el propio Gobierno cuando comprometió tal señuelo al diputado de UPN.
La respuesta parlamentaria, además, demuestra que ni el Gobierno de España ni el Gobierno de Navarra han hecho nada por promocionar Navarra como sede de la Agencia. Todo ha sido una distracción con la que se ha querido entretener a la opinión pública navarra, que esconde la incapacidad de unos y la deslealtad de otros. Todo era un puro engaño, una resolución falaz, una nueva milonga.
Es de esperar que Barcina pida ahora disculpas por lo que entonces dijo, y públicamente recrimine la actuación de los socialistas. El engaño ha sido tan burdo, que este asunto debería tener alguna consecuencia política. De paso, la sociedad navarra requiere alguna explicación adicional por parte de Roberto Jiménez, especialmente sobre la razón por la que han preferido promocionar al ingeniero guipuzcoano que traer la Agencia a Navarra. A pesar de la rimbombancia que han utilizado en este asunto, al final se demuestra que no han movido un sólo dedo por lograr la sede del IRENA, ya que el Gobierno de España no menciona para nada en sus respuestas las posibilidades de localización en Navarra.
De nuevo se ha visto cómo la unión entre UPN y el PSOE es utilizada para engañar a la gente. Nos hicieron ver que aquella resolución en el Debate sobre el Estado de la Nación era un acuerdo importantísimo. Ha sido un engaño más, comparable al del AVE o al de las enmiendas presupuestarias. La incapacidad de unos y la deslealtad de otros son las actitudes que menos se necesitan en unos momentos económica y socialmente tan difíciles como los actuales.
Mandé una pregunta por escrito al Gobierno para saber qué hacía en relación con ese supuesto compromiso, sobre todo después de conocerr que la apuesta española había sido la de optar a la dirección del organismo (a favor del ingeniero guipuzcoano Juan Ormazábal, anterior director del CENER). Pues bien, aunque ocurra una vez de cada mil, en ocasiones el Gobierno responde reconociendo la verdad. Este ha sido el caso en el que se me han reconocido por escrito dos cosas. Una, que efectivamente la alternativa tenía que ser optar a la sede o a la dirección, y España se centró en esto segundo. Y dos, que eso ya era conocido por el Gobierno el día que campanudos firmaban la propuesta de resolución de UPN durante el debate. Es decir, que mientras públicamente se hablaba de la sede del IRENA en Navarra, en secreto se optaba por promocionar al director, por las razones que el PSOE sabrá.
Conviene recordar ahora que tras la aprobación de esa resolución, tanto la presidente de UPN Yolanda Barcina como el consejero Roig me criticaron duramente cuando denuncié que aquel planteamiento era una tomadura de pelo. Textualmente, en un teletipo del 29 de mayo, Barcina afirmaba que “una de las propuestas presentadas por los regionalistas es la que hace referencia a que la nueva Agencia Internacional de Energías Renovables se ubique en la Comunidad foral, iniciativa que no fue apoyada por los 'populares'”, algo "sorprendente" para Barcina, porque "si hay alguna comunidad que se lo merece es Navarra que es líder en energías renovables y su prestigio está reconocido a nivel internacional". No obstante, destacó que el PSOE sí que apoyó la iniciativa, por lo que mostró su deseo de que esta decisión "no tenga cara y cruz", y que los socialistas "nos apoyen a nosotros y cumplan" en esta materia.
Pues ya se ha visto cómo lo hacen. Hoy se demuestra, mediante una respuesta del propio Gobierno, que efectivamente aquello era un nuevo timo, con el agravante añadido de que era una situación perfectamente conocida por el propio Gobierno cuando comprometió tal señuelo al diputado de UPN.
La respuesta parlamentaria, además, demuestra que ni el Gobierno de España ni el Gobierno de Navarra han hecho nada por promocionar Navarra como sede de la Agencia. Todo ha sido una distracción con la que se ha querido entretener a la opinión pública navarra, que esconde la incapacidad de unos y la deslealtad de otros. Todo era un puro engaño, una resolución falaz, una nueva milonga.
Es de esperar que Barcina pida ahora disculpas por lo que entonces dijo, y públicamente recrimine la actuación de los socialistas. El engaño ha sido tan burdo, que este asunto debería tener alguna consecuencia política. De paso, la sociedad navarra requiere alguna explicación adicional por parte de Roberto Jiménez, especialmente sobre la razón por la que han preferido promocionar al ingeniero guipuzcoano que traer la Agencia a Navarra. A pesar de la rimbombancia que han utilizado en este asunto, al final se demuestra que no han movido un sólo dedo por lograr la sede del IRENA, ya que el Gobierno de España no menciona para nada en sus respuestas las posibilidades de localización en Navarra.
De nuevo se ha visto cómo la unión entre UPN y el PSOE es utilizada para engañar a la gente. Nos hicieron ver que aquella resolución en el Debate sobre el Estado de la Nación era un acuerdo importantísimo. Ha sido un engaño más, comparable al del AVE o al de las enmiendas presupuestarias. La incapacidad de unos y la deslealtad de otros son las actitudes que menos se necesitan en unos momentos económica y socialmente tan difíciles como los actuales.
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