Una de las preguntas del “Navarrómetro” planteaba a los encuestados cómo creían que el gobierno de España y el de Navarra, respectivamente, estaban afrontando la crisis económica. En el caso del España, sólo el 15% decían que lo estaban haciendo “bien o muy bien”. Para la misma pregunta y calificación, en el caso de Navarra se alcanzaba un 34%. Es decir, el ciudadano es algo más benigno al juzgar la labor más cercana que la de las alturas. Aun así, un 34% es bastante poca cosa, si damos por hecho que las medidas adoptadas en Navarra cuentan recurrentemente con la aprobación de UPN y el PSN, y ambos suponen cerca de un 70% del electorado.
La impresión -no deja de ser eso- ciudadana es fruto de no poca propaganda. Lo del “plan anticrisis” del Gobierno de Navarra ha sido un mantra que se inserta en cualquier intervención pública de quienes actualmente nos cogobiernan. Incluso dio lugar a aquella chusca operación manipuladora durante las elecciones europeas que supuso la intervención de la Junta Electoral. Recordemos el grotesco episodio: por primera vez en la historia de nuestro país, se obligaba a un gobierno a retirar un anuncio institucional... por hacer publicidad de un partido político que no pertenecía a tal gobierno. A la cantinela del “plan anticrisis” se han unido genialidades tales como promulgar enfáticamente que la subvención de bienes de consumo es la vía para salir del marasmo económico. Es sabido que a alguna lumbrera se le ocurrió lo de los 100 euritos de regalo a quien comprara una tele, lo que supuso, como es lógico, que los aparatos pasaran a incrementar su precio en esa misma cantidad.
Pero si atendemos a los datos, la crisis en Navarra está siendo proporcionalmente más dañina que en el resto de España, o al menos progresa con más rapidez. El peor efecto de la crisis es el paro, nadie lo duda, y los datos del desempleo publicados hace pocos días reflejan las cosas tal como son. La subida mensual en Navarra fue del 3,71% en octubre, frente al 2,67% en España. En términos interanuales, la subida fue del 41,45% en Navarra y del 35,14% en España. Es decir, que aquí se está destruyendo empleo a una velocidad objetivamente mayor que en el conjunto del país, que ya es decir. Para quienes aborrezcan la estadística es recomendable una mera lectura de los periódicos locales, que no dejan de informar de algún ERE nuevo cada día.
La razón por la que Navarra no está mitigando la crisis -a pesar de disponer como dispone de una amplia capacidad de intervención pública regulatoria de ingresos y gastos- no hace falta elucubrarla mucho. Lo que está pasando es que en Navarra se hace lo que dice el Partido Socialista, y punto. Así, la calamitosa política económica llevada a cabo por Zapatero se implanta tal cual en los predios de Sanz, Jiménez mediante. Si un día se aplica la deducción de los 400 euros (sí, la que anunció Zapatero en un mitin electoral de su partido), aquí también. Si al año siguiente hay que eliminarla, aquí también. Si en España se suben los impuestos, en Navarra se aplica sin anestesia la misma fórmula; a Sanz no le han dejado ni desarrollar esa pacata compensación de la que habló en el Parlamento en un debate reciente. Y así una tras otra.
Pero sin duda lo peor de todo, desde el punto de vista de la solvencia de las cuentas públicas y de la autonomía política de la que queremos disponer, es el camino que lleva el déficit en Navarra. La Comunidad Foral acumulará al final de la legislatura más de 1000 millones de euros de nueva deuda desde que en 2008 comenzaron a caer los ingresos. El anodadado Gobierno de Navarra, con el área económica más mediocre que recuerdan los tiempos, es incapaz de tomar el timón de una situación que se torna calamitosa. La conclusión es la osca que hoy crece irresponsablemente, y que condicionará sí-o-sí nuestro futuro. Ese genuino representante de la Escuela Económica Lugareña, Roberto Jiménez, decía hace unos pocos días que “la deuda de Navarra no es un problema”. No lo será para él y para la cuadrilla de frívolos que le ampara, también los que actúan sumisos a sus heterodoxias. Navarra será una de las sólo 5 comunidades que aumenten su presupuesto el año que viene, obra y gracia de ese oscuro acuerdo dominical -casi mejor no imaginarse la escena ni lo que había sobre la mesa- entre Sanz y Jiménez. Lo que ni uno ni otro se atreven a decir a la gente es que por primera vez en nuestra historia la deuda sufraga el gasto corriente, desbocado reflejo de un modelo político que agoniza. En época de Urralburu, al menos el déficit fue causado por la regularización del Convenio Económico y por las obras que entonces menudearon, como las rondas de Pamplona o la autovía del norte. Ahora, el duo representante de la vanguardista Escuela Económica Lugareña ve pasar el tiempo que queda hasta las elecciones gastando el dinero que no existe y haciendo propaganda “anticrisis”. Y nada, a esperar “oído cocina” a que llegue la siguiente ocurrencia de Zapatero. Para eso queremos la foralidad.
La impresión -no deja de ser eso- ciudadana es fruto de no poca propaganda. Lo del “plan anticrisis” del Gobierno de Navarra ha sido un mantra que se inserta en cualquier intervención pública de quienes actualmente nos cogobiernan. Incluso dio lugar a aquella chusca operación manipuladora durante las elecciones europeas que supuso la intervención de la Junta Electoral. Recordemos el grotesco episodio: por primera vez en la historia de nuestro país, se obligaba a un gobierno a retirar un anuncio institucional... por hacer publicidad de un partido político que no pertenecía a tal gobierno. A la cantinela del “plan anticrisis” se han unido genialidades tales como promulgar enfáticamente que la subvención de bienes de consumo es la vía para salir del marasmo económico. Es sabido que a alguna lumbrera se le ocurrió lo de los 100 euritos de regalo a quien comprara una tele, lo que supuso, como es lógico, que los aparatos pasaran a incrementar su precio en esa misma cantidad.
Pero si atendemos a los datos, la crisis en Navarra está siendo proporcionalmente más dañina que en el resto de España, o al menos progresa con más rapidez. El peor efecto de la crisis es el paro, nadie lo duda, y los datos del desempleo publicados hace pocos días reflejan las cosas tal como son. La subida mensual en Navarra fue del 3,71% en octubre, frente al 2,67% en España. En términos interanuales, la subida fue del 41,45% en Navarra y del 35,14% en España. Es decir, que aquí se está destruyendo empleo a una velocidad objetivamente mayor que en el conjunto del país, que ya es decir. Para quienes aborrezcan la estadística es recomendable una mera lectura de los periódicos locales, que no dejan de informar de algún ERE nuevo cada día.
La razón por la que Navarra no está mitigando la crisis -a pesar de disponer como dispone de una amplia capacidad de intervención pública regulatoria de ingresos y gastos- no hace falta elucubrarla mucho. Lo que está pasando es que en Navarra se hace lo que dice el Partido Socialista, y punto. Así, la calamitosa política económica llevada a cabo por Zapatero se implanta tal cual en los predios de Sanz, Jiménez mediante. Si un día se aplica la deducción de los 400 euros (sí, la que anunció Zapatero en un mitin electoral de su partido), aquí también. Si al año siguiente hay que eliminarla, aquí también. Si en España se suben los impuestos, en Navarra se aplica sin anestesia la misma fórmula; a Sanz no le han dejado ni desarrollar esa pacata compensación de la que habló en el Parlamento en un debate reciente. Y así una tras otra.
Pero sin duda lo peor de todo, desde el punto de vista de la solvencia de las cuentas públicas y de la autonomía política de la que queremos disponer, es el camino que lleva el déficit en Navarra. La Comunidad Foral acumulará al final de la legislatura más de 1000 millones de euros de nueva deuda desde que en 2008 comenzaron a caer los ingresos. El anodadado Gobierno de Navarra, con el área económica más mediocre que recuerdan los tiempos, es incapaz de tomar el timón de una situación que se torna calamitosa. La conclusión es la osca que hoy crece irresponsablemente, y que condicionará sí-o-sí nuestro futuro. Ese genuino representante de la Escuela Económica Lugareña, Roberto Jiménez, decía hace unos pocos días que “la deuda de Navarra no es un problema”. No lo será para él y para la cuadrilla de frívolos que le ampara, también los que actúan sumisos a sus heterodoxias. Navarra será una de las sólo 5 comunidades que aumenten su presupuesto el año que viene, obra y gracia de ese oscuro acuerdo dominical -casi mejor no imaginarse la escena ni lo que había sobre la mesa- entre Sanz y Jiménez. Lo que ni uno ni otro se atreven a decir a la gente es que por primera vez en nuestra historia la deuda sufraga el gasto corriente, desbocado reflejo de un modelo político que agoniza. En época de Urralburu, al menos el déficit fue causado por la regularización del Convenio Económico y por las obras que entonces menudearon, como las rondas de Pamplona o la autovía del norte. Ahora, el duo representante de la vanguardista Escuela Económica Lugareña ve pasar el tiempo que queda hasta las elecciones gastando el dinero que no existe y haciendo propaganda “anticrisis”. Y nada, a esperar “oído cocina” a que llegue la siguiente ocurrencia de Zapatero. Para eso queremos la foralidad.
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