No defraudó la sesión de ayer, a tenor de los comentarios en las emisoras de radio esta mañana, y el lugar que ocupa su relato en los periódicos del día.
El Pleno empezó el martes pero fue ayer cuando adquirió la relevancia mediática propia de los grandes debates. Era la primera comparecencia del Presidente del Gobierno en sesión de control, y por tanto el momento para medir fuerzas entre unos y otros. La sesión duró desde las 9 a las 14:30. Hoy continuamos con el orden del día.
Aporto dos comentarios. El PSOE parecía un queso de gruyere. Como dicen en mi tierra navarra, "mira caras y verás leches". Entraba Antonio Hernando y sabías que era rubalcabista. Aparecía detrás Leire Pajín y deducías con acierto su asignación chaconí. No sé cuanto tiempo les va a durar esta situación, pero la falta de brío parlamentario que arrastran es patente.
Frente a ellos, el Gobierno ha cambiado no sólo la orientación de las medidas que se deben adoptar, sino sobre todo la práxis parlamentaria. Aquí vino Rajoy a decir las cosas como son, obligación que lo es de todos los que hablen en tribuna, pero que vivió en los años del zapaterismo la perversión del amaneramiento dialéctico. En debates pasados, Zapatero parecía buscar en el engolamiento parlamentario lo que no conseguí con sus actos. Ahora es todo lo contrario: hay que trabajar con eficacia en los ministerios y hablar con veracidad en el Parlamento. Parece lógico, y lo es. Pero es también lo que no se vio en los años precedentes.
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