martes, 29 de septiembre de 2009

La centrifugadora


(Versión ligeramente ampliada del comentario que me han solicitado para las emisoras de la Cadena Ser en Navarra)

Aunque algunos oyentes no lo crean, no hace tantos años que personas como Miguel Sanz, Juan Cruz Alli, Alberto Catalán, Jaime Ignacio del Burgo o José Andrés Burguete militaban en un mismo partido político. Hoy nos distribuimos en tres formaciones diferentes, por añadidura mal avenidas. El llamado centro-derecha está fragmentado y busca alelado su recomposición electoral de cara al 2011.

Podríamos enredarnos de nuevo en el relato de cómo sucedió hace un año la ruptura de UPN con el PP y cómo aquello tiene ahora una segunda fase al romper UPN con CDN. Pero sería un mero entretenimiento. Lo que conviene es entender el fondo del asunto. Y para hacerlo hay que recurrir a la famosa "teoría del quesito", que Sanz explicó didácticamente justo después de que los socialistas le permitieran volver a ocupar su despacho tras las elecciones fracasadas de 2007. Según el corellano, el centro-derecha nunca podrá obtener mayoría para gobernar por su cuenta, y por eso hay que hacer todo lo posible, y hasta lo imposible, para ir de la mano del Partido Socialista. Esa fue la más explícita declaración de impotencia política que he escuchado nunca.

El problema del centro-derecho navarro no es cosa de quesitos, sino de sesera. De sesera política, digo, la que le ha faltado a una UPN agotada y acomplejada desde hace años. La centrifugadora expulsó del proyecto upeenita al PP primero y al CDN después, y ello para reafirmar un estado de promiscuidad con los socialistas cada día más impúdica. Para que esta escena haya ocurrido, antes se ha tenido que prescindir de algo mucho más valioso que las meras alianzas tácticas. Lo que desapareció hace tiempo fue la ambición por construir la política desde los principios y las ideas innovadoras. Se ha renunciado al coraje y el esfuerzo intelectual que la política reclama, y es entonces cuando sólo queda la trapisonda.

Sanz se ufana por su poder, Jiménez sonríe por el chandrío, Zabaleta espera y Barcina desespera. La economía empeora y la gente percibe que la política foral se ha convertido en un mundo aparte, cada vez más opaco y tontuno. La legislatura, se quiera reconocer o no, está ya vencida. Quedan lo que en el baloncesto llaman los minutos de la basura. Quedan los meses de la basura, por mejor decir en este caso. Habría que parar la centrifugadora, sacar la colada y cambiar el electrodoméstico averiado por otro más moderno.

1 comentario:

  1. Santiago, mucho ánimo. Hay que empezar a levantar las alfombras y que entre viento fresco en el gobierno de Navarra. La corrupción y el caciquismo están corroyendo a nuestra comunidad. Me siento impotente al ver esta situación, y ver como no ruedan cabezas. Tenemos a la CAN en una situación dramática a causa del ladrillazo, que es la madre de todos nuestros males. ¿ No se va a invesitigar más en Navarra todas las recalificaciones de suelos, las financiaciones de los mismos, y los agujeros que nos van a dejar a los contribuyentes?

    Muchos saludos.

    Un ciudadano impotente y desanimado.

    Le dejo un enlace por si lo quiere ojear, igual es de su utilidad. Si lo lee, incluso los archivos anteriores, verá muchas claves de lo que se nos avecina, y hacia donde deberíamos ir en los últimos años.

    Ánimo y mucha suerte.


    http://bichitos.blog.com.es/

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