Hubo quien se preguntó si la entrevista que tradicionalmente abre el curso político en Navarra, la que publica Diario de Navarra a primeros de septiembre, correspondería este año a Yolanda Barcina o a Miguel Sanz. Si se trataba de hablar del contexto general de cómo está la cosa, la presidenta de UPN parecía la adecuada. Si de explicar la acción del Gobierno, escúchese al de Corella. Lo publicado este año sigue la tradición de ediciones anteriores. Es el Presidente del Gobierno quien se explaya a lo largo de las tres páginas de la entrevista, ilustrada con unas fotos que por sí mismas denotan lo grisáceo del momento. Pero lo que resulta harto significativo, el mérito informativo que tiene lo que pudimos leer, es que el protagonista no se refiere a nada que tenga que ver con la acción del Gobierno, las actuaciones que se esperan de un ejecutivo que debe servir al ciudadano. Al contrario. Todas las líneas de lo declarado por Sanz sólo tienen que ver con lo que se supone corresponde a la estrategia de su partido. Nada se refiere a la responsabilidad inherente al personaje. Todo se refiere al juego indecente que marca las relaciones entre unos y otros. Ni un dato sobre cómo se gestionan nuestros intereses reales. Justo por eso, es una entrevista valiosa, para guardar al menos un par de años.
Entrando en materia. Si ya lo dijo el empresario hotelero (“No hay diferencias intelectuales entre Miguel Sanz y Roberto Jiménez”; tal vez quiso decir “ideológicas”), corresponde ahora a su compadre ratificar la idea. Y ya no es sólo un asunto de mera empatía personal entre el corellano y el pitillés. Adquiere valor político pleno con el reto que recoge el titular, que no es otra cosa que el componente nuclear que nació del acuerdo de 2007 entre Sanz y Zapatero (actuando de muñidor Blanco). Ese acuerdo en Moncloa fue el que a la postre supuso la traición al socio leal y natural, la traición al PP y a la base electoral que enriqueció UPN, y la desvinculación regionalista de cualquier identificación ideológica. Existe desde hace más de un año ese pacto de sangre, esa supeditación sumisa de los de Sanz a los de Jiménez. El primero cree que ha logrado garantizar que el establo no sufrirá convulsiones. El segundo se sabe poderoso, y espera el seguro desgaste del primero para tomarle la palabra o alternativamente amancebarse con los que ya tiene de socios en no pocos ayuntamientos. Lo estomagante no sólo es que uno y otro hayan perdido toda referencia social, y con ello se desentiendan de lo que la política debiera tener de legítima ambición transformadora. Lo que genera verdadera grima es tanto tacticismo, tanto juego de pillos auspiciado en nombre de la gobernabilidad, el mantra de la Navarra sin pulso.
UPN pretende ganar votos por la izquierda, dice el entrevistado. Justo en el momento en el que Zapatero se desmorona, y está archidemostrada su capacidad para arruinar el futuro de quienes con él pactan. Sanz, dispuesto a votar los presupuestos del Estado, en el momento en el que tras la crisis nos traen la ruina. Apuntemos una clave más: Sanz no está seguro de qué hará tras dejar la presidencia. O, por ser más preciso, tampoco está seguro de que la candidata vaya a ser la propia Barcina. Puedo asegurar que esa inseguridad pesa mucho en mucho de lo que está pasando desde hace un año.
Entrando en materia. Si ya lo dijo el empresario hotelero (“No hay diferencias intelectuales entre Miguel Sanz y Roberto Jiménez”; tal vez quiso decir “ideológicas”), corresponde ahora a su compadre ratificar la idea. Y ya no es sólo un asunto de mera empatía personal entre el corellano y el pitillés. Adquiere valor político pleno con el reto que recoge el titular, que no es otra cosa que el componente nuclear que nació del acuerdo de 2007 entre Sanz y Zapatero (actuando de muñidor Blanco). Ese acuerdo en Moncloa fue el que a la postre supuso la traición al socio leal y natural, la traición al PP y a la base electoral que enriqueció UPN, y la desvinculación regionalista de cualquier identificación ideológica. Existe desde hace más de un año ese pacto de sangre, esa supeditación sumisa de los de Sanz a los de Jiménez. El primero cree que ha logrado garantizar que el establo no sufrirá convulsiones. El segundo se sabe poderoso, y espera el seguro desgaste del primero para tomarle la palabra o alternativamente amancebarse con los que ya tiene de socios en no pocos ayuntamientos. Lo estomagante no sólo es que uno y otro hayan perdido toda referencia social, y con ello se desentiendan de lo que la política debiera tener de legítima ambición transformadora. Lo que genera verdadera grima es tanto tacticismo, tanto juego de pillos auspiciado en nombre de la gobernabilidad, el mantra de la Navarra sin pulso.
UPN pretende ganar votos por la izquierda, dice el entrevistado. Justo en el momento en el que Zapatero se desmorona, y está archidemostrada su capacidad para arruinar el futuro de quienes con él pactan. Sanz, dispuesto a votar los presupuestos del Estado, en el momento en el que tras la crisis nos traen la ruina. Apuntemos una clave más: Sanz no está seguro de qué hará tras dejar la presidencia. O, por ser más preciso, tampoco está seguro de que la candidata vaya a ser la propia Barcina. Puedo asegurar que esa inseguridad pesa mucho en mucho de lo que está pasando desde hace un año.
Saludos desde La Ribera, bienvenido a la blogosfera. Sé de sus aficiones "cacharreras" así que cuando quiera está invitado a elmundoesmovil.blogspot.com
ResponderEliminarBienvenido a la blogosfera parlamentaria. También te seguimos en tu twitter. Estaría bien que pusieras el enlace para los que no conozcan tus otros canales.
ResponderEliminarMucha suerte
Opinión del Presidente de Navarra sobre la política económica del Sr. Rodriguez Zapatero:
ResponderEliminar".....Creo que tiene muchos errores, muchas improvisaciones y poca previsión para estar preparados en relación con la crisis que se avecinaba..."
Por eso siendo presidente del partido del gobierno de Navarra, dió apoyo con su abstención a los PGE para 2009 y, recientemente, dió apoyo a Zapatero en el Congreso para subir los impuestos.
Ahora resulta que UPN y PSN se acercan ideológicamente. Normal viendo la "centralidad" de la que habla el PSN para ser alternativa y la "liberación del lastre de la derecha" por parte de UPN. El resultado: UPSN (Unión del Pueblo Socialista navarro). La consecuencia: Los ímprobos esfuerzos por conservar la poltrona por encima de todo.
El tiempo pondrá a cada uno en su sitio.
Bienvenido Santi, animo y a por ellos.
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